El trauma puede alterar profundamente nuestra relación con la comida, afectando no solo nuestras elecciones alimenticias, sino también cómo nos sentimos en torno a los alimentos. Desde patrones desregulados hasta el uso de la comida como refugio emocional, comprender este impacto es clave para avanzar hacia una alimentación consciente y saludable.

En este artículo, abordamos cómo el trauma no solo afecta la mente; también altera cómo nos alimentamos. También incluimos consejos prácticos para cuidar tu microbiota. 

Efectos del trauma en la relación con la comida

Al hablar de trauma y su conexión con la alimentación, podemos citar al profesor estadounidense Kabat-Zinn, quien afirma:

“El trauma crea una desconexión con el cuerpo, y la comida a menudo se convierte en un medio para reconectar o escapar.”

Los trastornos alimentarios son una preocupación creciente en la salud mental y están relacionados con experiencias traumáticas. Algunos efectos destacados incluyen:

  • Disociación corporal: Muchas personas experimentan una desconexión con las señales de hambre y saciedad debido al trauma. La Disociación de la Sensación Sentida de Emociones en el cuerpo también ocasiona una Falta de «Yo Emocional», que las personas relatarán como vacío.
  • Alimentación emocional: Usar la comida para manejar emociones difíciles, como ansiedad o tristeza, es una respuesta común.
  • Hipervigilancia alimentaria: Un control extremo sobre la comida puede surgir como un intento de recuperar el control en otras áreas de la vida.

Estos trastornos no solo afectan el bienestar físico, sino también el emocional, y comprender su relación con el trauma es fundamental para un tratamiento efectivo.

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Señales de trastornos alimentarios vinculadas al trauma

Un estudio del Virginia Tech encontró que más del 80% de las personas con trastornos alimentarios habían sufrido abuso o negligencia en la infancia, lo que resalta cómo el trauma puede ser un factor de riesgo clave en el desarrollo de estos patrones.

  • Episodios de atracones seguidos de culpa.
  • Restricción extrema de alimentos como forma de control.
  • Preocupación constante por el peso y la forma del cuerpo.
  • Uso de la comida como una vía de escape emocional.

Por ejemplo, una persona puede recurrir a los atracones para calmar la ansiedad o, por el contrario, evitar comer como forma de ejercer control. Comprender estas reacciones es el primer paso para transformar nuestra relación con la comida.

El papel de la microbiota en la regulación del estado de ánimo

La microbiota intestinal juega un rol crucial en el bienestar emocional. Existe una comunicación directa entre el intestino y el cerebro conocida como el eje intestino-cerebro. Este equilibrio puede influir tanto en nuestras emociones como en cómo nos relacionamos con la comida.

Pautas para el bienestar de tu microbiota

  • Incorpora alimentos fermentados: Yogur, kéfir, kimchi y chucrut.
  • Aumenta el consumo de fibra: Incluye frutas, verduras y cereales integrales.
  • Reduce los ultraprocesados: Estos pueden alterar negativamente el equilibrio intestinal.

Consejos prácticos para sanar tu relación con la comida

  1. Practica la alimentación consciente: Escucha las señales de tu cuerpo y come sin distracciones.
  2. Busca apoyo profesional: Trabaja con un terapeuta especializado en trauma y un nutricionista somático.
  3. Cuida tu salud intestinal: Alimenta tu microbiota para mejorar tu bienestar emocional.
  4. Incorpora el autocuidado: Actividades como la meditación y el ejercicio suave pueden ayudarte a gestionar el estrés.

Sanar un trastorno alimenticio es posible

Es posible reconstruir una relación saludable con la comida al abordar primero las raíces emocionales del trauma. Los profesionales de la salud tienen un papel clave en guiar este proceso, utilizando herramientas como la nutrición somática para fomentar una recuperación integral.

En THAEI, te proponemos herramientas para que puedas abordar cada caso con una visión integral y enfoques científicos que marquen un verdadero cambio en la vida de tus pacientes. Este es el momento de dar un paso hacia una práctica más completa y efectiva.

 

Referencias bibliográficas: 

  1. Mayer, E. A., & Tillisch, K. (2011). The brain-gut axis: Pathways to health and disease. Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology.
  2. Foster, J. A., Rinaman, L., & Cryan, J. F. (2017). Stress & the gut-brain axis: Regulation by the microbiome. Neurobiology of Stress.
  3. Kabat-Zinn, J. (1990). Full Catastrophe Living: Using the Wisdom of Your Body and Mind to Face Stress, Pain, and Illness.
  4. Virginia Tech Study on Trauma and Eating Disorders (2020).